viernes, 28 de agosto de 2009

La terapia de la música

La historia del jugador de Israel, Boris Rothbart, no es muy habitual. Este joven jugador de 23 años y 2,16 metros nació en Sarajevo (Bosnia) y tuvo que huir de su casa entre los tiros de una batalla y bajo el fuego de los francotiradores. Sus padres y él tuvieron la suerte de poder huir y salvar la vida. Su madre, Nadia, fue miembro del equipo junior de baloncesto de Yugoslavia y es judía. Eso les permitió salir del país y llegar a Israel. Y aunque solo estuvieron 2 años antes de emigrar a Estados Unidos, el joven Boris aprendió a amar el baloncesto y a su país de adopción. A su llegada a Sacramento sus padres fueron muy bien acogidos por la comunidad de la extinta ex – Yugoslavia y hasta Vlade Divac apadrinó sus pasos en el baloncesto. Pero Boris tenía claro que quería volver. Renunció a ir a la universidad y volvió a Europa para jugar en el Racing de Paris como paso previo para aterrizar en la liga de Israel, donde se encuentra más cómodo. Todas estas experiencias vividas en 23 años hacen que cualquier momento de tranquilidad sea un oasis de felicidad, quizá por eso pudimos captar estas curiosas imágenes. En el hall del hotel de concentración cantando Un amigo toca el piano, mientras el gigante bosnio israelí apura el postre de la comida y se convierte en un cantante aficionado. ¿Es la terapia de la música? o ¿es que la música amansa a las fieras? Eso os lo dejo a vosotros

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